En un mundo moldeado por el ego, decir “sí” puede parecer contradictorio, especialmente cuando nos enfrentamos a circunstancias que percibimos como que requieren corrección o resistencia. Sin embargo, las enseñanzas de Un Curso de Milagros nos invitan a un “sí” trascendente, una aceptación que conduce al verdadero perdón. Decir “sí” al sueño es aceptar cada situación tal como es, sin juicios, sin apego y sin necesidad de corregir.
"El perdón se queda quieto y no hace nada. Observa, espera y no juzga. Simplemente dice sí".
El perdón, según Un Curso de Milagros, es un estado de total no intervención. Decir sí es elegir no actuar desde nuestro ego, no corregir ni controlar lo que percibimos. Ese “sí” se convierte entonces en el espacio interior de paz, donde podemos simplemente estar en aceptación.
"Lo único que tienes que hacer es decir que sí a lo que ocurra en el sueño. Sí. Así es como mantienes la calma en medio de la confusión que creas".
En el sueño, todas las situaciones reflejan la agitación de nuestros pensamientos. Decir sí es la actitud de entrega que nos permite mantener nuestra tranquilidad, aun cuando las emociones, pensamientos o interacciones parezcan contradictorias. Se trata de reconocer que sólo es un sueño, y que todo lo que sucede en él no cambia nuestra esencia.
“Sí, es perdón.”
Este "sí" no es una aceptación de la realidad del sueño, sino más bien una manera de perdonar lo que parece estar sucediendo, sin resistencia. Al decir sí, liberamos nuestra mente de juicios, permitiendo que la paz se revele.
"Así que todo lo que quieres hacer es, como dice el Curso, permanecer en calma en medio de la agitación que creas. [...] Así que simplemente dices sí. Sí al sueño: eso es perdón".
Permanecer inmóvil significa no reaccionar ante el sueño, sino observarlo. Requiere un sí constante a cada pensamiento, sensación y emoción que pasa. De este modo, nos colocamos en la postura del observador y no del participante.
“Sí, está bien, hay un pensamiento ilusorio del ego de que no, y simplemente lo voy a dejar ahí, simplemente voy a decir que sí, voy a perdonar el hecho de que todos estos pensamientos de que no están ahí, y eso los va a deshacer; solo el sí”.
El perdón no busca eliminar los pensamientos del ego, sino decirles “sí”. Es al aceptar su presencia sin reaccionar ante ellos que se deshacen. El perdón se convierte, por tanto, en una simple aceptación de lo que es, sin oposición.
“Simplemente dile sí al sueño porque no importa”.
Nada de lo que ocurre en el sueño tiene importancia real, por lo que no hay necesidad de luchar ni de defenderse. Este "sí" nos libera de los apegos y nos devuelve a la calma interior.
“Cuando dices sí al sueño, tu mente está en paz”.
Este sí es el camino hacia la paz interior. Al aceptar cada elemento del sueño tal como es, dejamos de alimentar el conflicto mental, abriendo nuestra mente a una serenidad que el ego desconoce.
“Tu trabajo es decir sí al sueño porque no importa”.
Nuestra única tarea es observar, acoger y decir “sí” sin intentar cambiar nada. Al recordar que nada de esto importa, nos acercamos a la verdad de nuestra esencia.
"Cuando dices sí a la manera de ser de tu hermano, no importa cómo aparezca en el sueño, puedes tener el centro tranquilo, puedes tener el recuerdo de lo que eres en el Espíritu Santo".
Decir sí al otro es dejar de desear que cambie. Ese sí se convierte entonces en un retorno al recuerdo de nuestra unidad compartida. En la aceptación total encontramos un centro de calma donde sólo persiste el amor.
"Lo único que tienes que hacer es dejar de lado tus quejas sobre lo que está haciendo tu hermano, simplemente decir que sí, porque es solo un sueño".
Los agravios son una ilusión del ego para mantener el juicio y la separación. Al soltarlos, al decir simplemente “sí”, abrazamos la realidad unificada más allá de las apariencias.
“Sólo hay que decirles que sí, y tan pronto como digas que sí a todo, habrá paz”.
La paz llega en el momento en que dejamos de oponernos al sueño. El simple sí es la herramienta más profunda de liberación; nos recuerda que todo está ya aceptado en nuestro interior.
"Cuando corriges a un hermano, le dices que está equivocado."
Al ego le encanta corregir, y este impulso de corregir es un refuerzo de la idea de separación. El verdadero perdón nos pide que veamos la perfección en el otro, más allá de lo que nuestra percepción nos muestra.
"Para el ego es bueno, correcto y amable señalar los errores y corregirlos".
El deseo de corrección alimenta el juicio del ego, manteniendo al mismo tiempo la ilusión de que nosotros tenemos razón y el otro está equivocado. La práctica del perdón implica abandonar esta tendencia, dejar de juzgar y ver más allá de las apariencias.
"Se te pide que vivas de tal manera que demuestres que no eres un ego".
Vivir el perdón significa vivir aceptando todo tal como es, en el momento. Este "sí" incondicional se convierte en una demostración silenciosa de nuestra elección por la paz y la verdad.
"Tu trabajo es siempre decirle que tiene razón porque es hijo de Dios".
En lugar de buscar errores en el otro, reconocer su divinidad es un acto de profundo perdón. Este “sí” a la verdad en él y en nosotros borra los juicios y nos devuelve a la paz de nuestra verdadera naturaleza.
En conclusión, decir “sí” es una invitación a ir más allá de las ilusiones de la separación. No es un acto de sumisión, sino de aceptación amorosa de lo que venga, sabiendo que detrás de ese sueño se encuentra la paz eterna que todos compartimos.
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Incluir el “no” en el “sí”: establecer límites sin contradicciones
Un Curso de Milagros nos guía hacia la aceptación total de todo lo que surja, pero eso no significa que tengamos que decir “sí” a conductas o situaciones que vayan en contra de nuestra paz interior. Establecer límites puede parecer contradictorio con aceptar el sueño, pero no es así. Decir “no” en el perdón no es un rechazo al otro ni un cierre, sino un acto de claridad y discernimiento.
En el espíritu del Curso, establecer un límite es una manera de decir “sí” a nuestra propia paz e integridad. A veces tenemos que decir “no” en el mundo de las formas, mientras que internamente sostenemos un “sí” a la verdad de la persona que tenemos frente a nosotros. Esto es lo que nos permite establecer límites sin juzgar, reconociendo que, incluso en la apariencia de un “no”, el amor sigue siendo nuestra guía.
El “no” como expresión de amor
Cuando ponemos un límite, no estamos negando a la otra persona; simplemente estamos afirmando nuestro compromiso con la paz interior. Decir “no” a una conducta o situación que nos preocupa no implica que estemos rechazando o juzgando a la persona. El Curso nos enseña: “Todo lo que tienes que hacer es dejar ir tus quejas sobre lo que está haciendo tu hermano”. De esta manera, podemos decir “no” mientras liberamos las quejas, aceptando que ese “no” no es una separación, sino una expresión de respeto por nosotros mismos y por el otro.
Mantener la tranquilidad a pesar de las limitaciones
La esencia del perdón radica en ver más allá de las conductas, no dejar que las apariencias perturben nuestra paz interior. Así, establecemos límites en el sueño, pero con una mente tranquila y sin juicios. Teniendo presente que “nada de esto importa”, entendemos que establecer un límite no tiene nada que ver con el rechazo o el conflicto; es simplemente un reconocimiento de lo que nos permite permanecer en paz.
El “sí” al sueño incluye la aceptación de nuestras propias necesidades
Decir “sí” al sueño también significa decir “sí” a lo que sentimos en nuestro interior, incluidas nuestras necesidades de protección o descanso. Al aceptar poner límites cuando sea necesario, reconocemos que nuestro bienestar es parte integral del sueño que estamos perdonando. Esto no significa alimentar el ego ni reforzar la idea de separación, sino honrar nuestro camino interior sin entrar en conflicto.
Un “Sí” que contiene el “No”
El “sí” del perdón puede incluir, por tanto, un “no” sereno y respetuoso. Este “no” aborda la situación temporal sin cuestionar la verdad del otro. Así, al poner límites con amor, seguimos diciendo “sí” al perdón, a la paz y a la aceptación. Al permanecer en el espíritu del Curso, cada “no” se convierte en una oportunidad para mantener nuestra paz interior, al tiempo que afirmamos que el amor y la aceptación están más allá de las apariencias del sueño.
Decir “sí” es una invitación a ir más allá de las ilusiones de la separación. No es un acto de sumisión, sino de aceptación amorosa de lo que venga, sabiendo que detrás de ese sueño se encuentra la paz eterna que todos compartimos.
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Este artículo se inspiró en el podcast de Keith Kavanagh
También os dejo una transcripción de un intercambio que tuvo al final del vídeo que ilustra el “Sí” en un caso concreto.
Mujer: Te voy a dar un ejemplo muy breve. Estoy con mi novio y su hijo, y les ofrecí llevarme a mi perro durante una hora para que pudieran hacer fuegos artificiales, porque eso lo molesta mucho, arruinaría la noche, está muy ansioso y molesto. Les dije que estaría fuera durante una hora y que luego lo harían. Dijeron: "No, no, no, no, quédense aquí, quédense aquí, todo estará bien". Luego, en cuanto nos relajamos, hicieron fuegos artificiales cerca del remolque donde estaba mi perro, lo que lo asustó.
Esa noche no dije nada porque estaba analizando todos esos pensamientos, ¿lo proyecté?, ¿qué está pasando? Pero en mi yo onírico práctico veo que tengo que mantener a mi perro a salvo y no me siento protegida ni respetada, y nunca vuelvo atrás. Y me alejo de esa relación. Este no es el único ejemplo. Entonces, ¿qué hago?
Me sentí mal porque no me respetaron y no pude proteger a mi perro. ¿Qué es esto? Es un pensamiento, una proyección mía. ¿Es esto un pensamiento?
Keith: Ahora, si no tuvieras ese pensamiento, ¿estarías molesto?
Mujer: No, es verdad.
Keith: Entonces, ¿la situación con tu novio y su hijo, los fuegos artificiales y tu perro te hicieron enojar? ¿O simplemente te pueden doler tus pensamientos?
Mujer: Sólo mis pensamientos pueden hacerme daño.
Keith: Entonces, si el cuerpo está crucificado ahora mismo y no tienes el pensamiento de que esto no debería estar sucediendo, y no tienes el pensamiento de que ayer no había sensaciones y hoy hay sensaciones intensas y voy a morir, si esos pensamientos no suceden, ¿puede haber sufrimiento?
Mujer: No, no, pero como padre o cuidador, ¿no es mi responsabilidad proteger a ese animal? Ya sabes, ver a Cristo como vulnerable y ser el ego santo que lo arregla.
Keith: No, mira de nuevo. Al ego le encanta eso, ¿no? Porque habrá egos que te miren y digan: "Por supuesto, tienes que proteger a tu familia". Nada de lo que digo aquí implica que en el sueño no tomarás medidas para proteger a tu perro y a tu familia. Nada de lo que digo significa que no sucederá. Lo que digo es que cualquier medida que tomes no surgirá de un lugar de incomodidad, enojo, juicio o sentimiento de víctima.
Dirás “sí” a lo que sucede en el sueño porque es solo un sueño, y harás todo lo que sea obvio para ayudar a que las cosas salgan bien. Y si eso significa mover al perro, eso es lo que harás. Pero no lo harás como víctima, ni enojado, ni sintiéndote culpable. No vomitarás nada de eso en el sueño.
Lo que harás es difundir la paz en el sueño y contribuir de forma útil, amorosa y eficaz a todos los implicados en la situación, sin considerar a nadie como malo. Lo primero que debes hacer es decir “sí” al sueño, porque es sólo un sueño. Si luchas contra el sueño, estás perdido. No serás de ninguna ayuda para ti mismo ni para los demás.
Aceptas lo que está sucediendo, todo obra para bien, sólo para el perdón. Así que si en tu mente surge el sufrimiento -odio, ira- tanto mejor, porque para eso está el sueño. Pero no culpes al sueño por ello. Observa lo que el yo imaginario, separado, está haciendo en tu mente, dañándose a sí mismo con sus pensamientos, y no lo juzgues. Ahora hay paz.
Con esta paz de no juzgar y no resistirse a lo que el mundo está haciendo, lo que el cuerpo está haciendo, lo que el yo imaginario separado está haciendo, una vez que la paz está ahí, comienza a suavizar todas las percepciones, sensaciones y pensamientos. La paz es.
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